Generoso y lleno de vitalidad, para el Dragón la vida es constante movimiento. Egoísta, excéntrico, dogmático y muy exigente, sin embargo, no le falta nunca su grupo de admiradores que también disfrutan de sus múltiples virtudes. Desde muy pronto en su vida tiene su rumbo marcado y exige de los demás una perfección tan elevada como la que él mismo se impone.

Aunque los defectos del Dragón son tantos como sus virtudes, su esplendor no tiene fronteras. No es un ser mezquino y no escatima a la hora de hacer favores, aunque quizás gruña bastante. Puede ser feliz llevando una vida solitaria porque su trabajo y su carrera serán siempre lo más importante, además será imposible verle sin amigos o admiradores con los que compartirá generosamente porque no es avaro, aunque jamás derrocha.